Universidad                                    de Concepción                                 La                                    Fundación de la Universidad de Concepción
                                 La idea de fundar la Universidad de Concepción                                    era una antigua aspiración de los penquistas.                                    Desde el siglo pasado, insignes rectores del                                    Liceo de Concepción abogaban por la creación                                    de carreras profesionales bajo la tutela de                                    ese plantel. Esta idea contaba con gran apoyo                                    dentro de la sociedad penquista, no se había                                    podido concretar principalmente, por la falta                                    de organización "de todas las personas                                    que así pensaban", señala                                    un artículo del diario El Sur, de febrero                                    de 1917.
 
                                 El                                    Comité Pro-Universidad
                                 La primera reunión formal en pro de esta                                    iniciativa se realizó el 23 de marzo                                    de 1917, día en que se reunieron en la                                    sala de la Alcaldía respetables vecinos                                    de Concepción, con el objeto de lograr                                    dos sentidas aspiraciones: la creación                                    de una Universidad y de un Hospital Clínico                                    para Concepción.
 
                                 En                                    la oportunidad y previo a un detenido cambio                                    de ideas acerca de la necesidad de establecer                                    un centro universitario que sirviera a toda                                    la región sur del país, se acordó                                    designar de entre los concurrentes, un Comité                                    Ejecutivo encargado de iniciar los trabajos                                    pro Universidad y Hospital Clínico, creyéndose                                    conveniente unir las dos ideas, pues se pensaba                                    que la primera no podría subsistir completa                                    sin el segundo, por ser éste la base                                    futura escuela de Medicina.
 
                                 Con                                    posterioridad a esta reunión el Comité                                    acordó nombrar una Mesa Directiva que                                    encabezaría y representaría el                                    movimiento pro Universidad, quedando integrado                                    de la siguiente manera:
 
                                 "Presidentes                                    Honorarios: señores Intendente de la                                    Provincia, Rodolfo C. Briceño y Primer                                    Alcalde don Octavio Bravo. Presidente, señor                                    Enrique Molina, Vicepresidente, señor                                    Virginio Gómez, Vicepresidente, señor                                    Esteban Iturra S., Secretario, señor                                    Carlos Roberto Elgueta, Tesorero, señor                                    Eliseo Salas.
 
                                 Directores:                                    señores Samuel Guzmán García,                                    Julio Parada Benavente, Aurelio Lamas Benavente,                                    Pedro Villa Novoa, Luis David Cruz Ocampo, Víctor                                    Bunster B., Vicente Acuña, Edmundo Larenas,                                    Augusto Rivera Parga y Guillermo Gleisner.
                                 Al                                    aceptar este nombramiento don Enrique Molina                                    expuso su gratitud por la designación                                    y sorpresa de haber encontrado al regresar de                                    su reciente viaje a Santiago "un espíritu                                    público que se manifestaba en forma espléndida                                    en favor de un proyecto que él ya había                                    tratado con el Presidente de la República,                                    pero que éste lo estimaba viable para                                    algunos años más, considerando                                    las dificultades de carácter económico                                    que por el momento hacían imposible su                                    realización".
 
                                 Añadió                                    que "el presidente, Juan Luis Sanfuentes                                    y otros preeminentes miembros del Gobierno,                                    convenían en la necesidad de fundar una                                    universidad en Concepción; no sólo                                    para beneficio de sus habitantes, sino para                                    todos los del sur del país."
 
                                 Esta                                    asamblea del 23 de Marzo fue el punto de partida                                    de la futura universidad; sin embargo, no debe                                    pensarse que fue el momento donde nació                                    la idea, pues esta proviene desde el siglo pasado.                                    Por lo tanto, el gran mérito es haber                                    sido el punto culminante de una serie de conversaciones                                    informales que ya algunos miembros del Comité                                    habían sostenido, especialmente en los                                    salones del Club Concepción. Esto queda                                    demostrado en cada una de las intervenciones                                    mencionadas, pues en todas ellas se evidencia                                    un dominio y maduración de la idea Universidad.
                                    
                                 Entre                                    estas últimas es digno de destacar el                                    carácter universal que se le dio a la                                    reunión, en donde intervinieron personalidades                                    de todas las tendencias públicas y de                                    los diversos credos. Asimismo, al proyectar                                    lo que sería la futura Universidad, sus                                    promotores pensaron en un plantel de educación                                    superior autónomo, con personalidad jurídica                                    y como un centro de irradiación de cultura                                    y progreso para el sur del país.
 
                                 Enrique                                    Molina había dado a conocer esta idea                                    un año antes, en una entrevista publicada                                    por el diario El Sur de Concepción el                                    16 de marzo de 1917, en donde señala:                                    "el establecimiento de un nuevo centro                                    universitario, que sirva a todo el sur del país,                                    corresponde a una necesidad social, pues el                                    sur es muy grande y muy rico, por lo que está                                    llamado a un gran provenir." 
                                 
Los                                    diversos comités a que dio origen esta                                    primera reunión trabajaron afanosamente                                    buscando ayuda en pro del logro de los objetivos                                    propuestos, tanto al interior de la ciudad como                                    en continuos viajes hacia el sur de nuestro                                    país. Los frutos no se hicieron esperar.                                    Muchas fueron las personas y entidades privadas                                    que colaboraron, incluso con gran esfuerzo varias                                    municipalidades del sur del país crearon                                    comités en pro de la Universidad y del                                    Hospital Clínico. Al mismo tiempo empezaron                                    a levantarse los obstáculos, Enrique                                    Molina señalaba en 1944 que incluso en                                    Concepción "no faltó quien                                    sembrara la desconfianza diciendo que el nuevo                                    establecimiento iba a ser un foco de maximalistas",                                    nombre con que se designaba por aquellos días                                    a los revolucionarios rusos, antes de llamarlos                                    bolcheviques. Incluso acota que un diputado                                    de esta región fue personalmente a notificar                                    al Ministro de Educación de que atacaría                                    al Gobierno si éste presentaba a las                                    Cámaras un proyecto sobre la creación                                    de la Universidad de Concepción. 
                                 
Señala                                    Enrique Molina en otro de sus discursos, "existía                                    una llama encendida por un grupo de entusiastas"                                    que aunque a veces precaria, significó                                    el principio de la actual Universidad. 
                                 
Las                                    primeras carreras
                                 Informada ya la opinión pública                                    del proyecto de fundación de la Universidad                                    y del Hospital Clínico y de haber hecho                                    conciencia de la necesidad imperiosa de la creación                                    de ambos proyectos, el comité se abocó                                    al estudio y posterior redacción de un                                    proyecto de ley para presentar a las Cámaras.                                    Para este efecto, se designó una comisión                                    compuesta por los señores Enrique Molina,                                    Edmundo Larenas, Esteban Iturra, Samuel Guzmán                                    García, Julio Parada Benavente, Carlos                                    Roberto Elgueta y el doctor Virginio Gómez.
                                    
                                 Dicha                                    comisión presentó un detenido                                    análisis que "más que un                                    proyecto definitivo, debía considerarse                                    como notas para el proyecto que en 1918 elaboró                                    la Comisión Permanente de Instrucción                                    Pública de la Cámara de Diputados".                                    
                                 
El                                    trabajo más arduo se centró en                                    el estudio de las futuras carreras que se impartirían.                                    Como una forma de manifestar que la realización                                    de la Universidad no era una utopía,                                    el Comité propició la creación                                    de algunos cursos cortos aprovechando la renta                                    que le producían los capitales donados.                                    De esta manera fue posible sostener durante                                    1918 los cursos de Aritmética, Inglés,                                    Mecanografía y Taquigrafía. Pensándose                                    de igual forma en la posibilidad de impartir                                    para 1919 los cursos superiores de Dentística,                                    Farmacia y Química Industrial. 
                                 
Pero                                    faltaba mucho por hacer, y más aún                                    si se piensa que la etapa de organización                                    y decisión de la futura Universidad se                                    efectuó en la misma década de                                    las grandes polémicas educacionales que                                    nuestro país vivió. Las cuales                                    reunían, en foros y discusiones acaloradas,                                    a partidarios de una institución técnica                                    en oposición a la intelectual o literaria.
                                    
                                 En                                    este sentido fueron numerosas las opiniones                                    dentro del seno del Comité Ejecutivo                                    en pro y en contra de ambas posiciones. Para                                    clarificar este punto, resulta provechoso revisar                                    el pensamiento del futuro rector de la Universidad,                                    don Enrique Molina Garmendia.
 
                                 Pensamiento                                    de Enrique Molina G.
Don Enrique Molina señalaba en 1917 su                                    deseo de que la "nueva Universidad, además                                    de que forme profesionales de carreras liberales                                    y profesionales técnicos, como los reclamaba                                    el desarrollo e incremento de la riqueza nacional,                                    sea un centro de variadas informaciones para                                    el público, de extensión universitaria,                                    de investigaciones y experimentaciones científicas                                    y de fomento de la más alta cultura literaria,                                    humanista y filosófica". 
                                 
Por                                    lo tanto, si bien Enrique Molina consideraba                                    importante formar profesionales técnicos,                                    señalaba vital el incremento de una cultura                                    humanístico - literaria y filosófica,                                    que se constituía según él,                                    en el espíritu mismo de una Universidad.                                    
                                 
Frente                                    a aquellos que pretendían darle al futuro                                    Centro Universitario una orientación                                    más técnica que intelectual, Enrique                                    Molina declaraba en 1944 que "esa actitud                                    se hallaba reforzada por la urgencia de sacudir                                    la subyugación y dependencia económica                                    en que el país se encontraba, y en la                                    cual sin gran diversidad era común con                                    todos los pueblos iberoamericanos. Somos -expresaba-                                    casi factorías de otras naciones más                                    adelantadas. Nadie puede negar la importancia                                    vital de este problema de la educación                                    que tiende a robustecer nuestra eficiencia económica.                                    La Universidad pretenderá contribuir                                    a solucionar este problema; pero indicarle a                                    una Universidad que se limite a ese género                                    de educación es pedirle que deje de ser                                    Universidad. Si ésta no merece llamarse                                    tal, estando constituida sólo por un                                    conjunto de escuelas profesionales, menos puede                                    merecerlo si no pasa de una escuela técnica".                                    
                                 
A                                    una Universidad, confiesa "no la constituye                                    el sólo conglomerado de escuelas profesionales,                                    por muy completas que sean en su número                                    y en su calidad, escuelas en que los jóvenes                                    vayan a sólo vivir ciertas capacidades                                    intelectuales y técnicas que les permitan                                    ganarse la vida. Ni queda constituida tampoco                                    por el hecho de agregar a esas escuelas, institutos                                    de investigación científica ni                                    por la preparación de especialistas".                                    
                                 
"El                                    alma de la Universidad tiene que formarla un                                    ambiente filosófico y ético, que                                    dejándose sentir en cada escuela, encuentre                                    su expresión más definida en una                                    Facultad Central de Filosofía y en el                                    cultivo de las humanidades". 
                                 
"La                                    tendencia industrial es justa, es necesaria                                    y salvadora, pero a que no se convierte en un                                    ídolo fenicio que lance el rayo destructor                                    contra todo lo humano, toda la cultura que ennoblece                                    y embellece la vida".
                                 
En                                    resumen, no es aventurado señalar que                                    el futuro Rector Honorario Vitalicio de la Universidad,                                    estando de acuerdo con la idea de incorporar                                    carreras técnicas al futuro Centro Universitario,                                    pensaba que el ser mismo de ésta se cimentaba                                    bajo una sólida formación filosófica                                    y humanista, sin la cual ninguna Universidad                                    podría recibir tal denominación.
                                    
                                 Los                                    inicios
A fines de 1918, don Enrique Molina partió                                    en viaje a Estados Unidos comisionado por el                                    Gobierno de Chile para estudiar los sistemas                                    universitarios de aquel país del norte,                                    dejando la presidencia del Comité Ejecutivo                                    Pro Universidad y Hospital Clínico, en                                    manos del vicepresidente, Dr. Virginio Gómez,                                    quien refiriéndose a la conexión                                    entre ambos proyectos señalaba: "que                                    por el momento su gestión obraría                                    en favor de la Universidad para posteriormente                                    abogar por el Hospital Clínico, puesto                                    que ésta no podría ser fundada                                    prescindiendo de la existencia de aquél".                                    
                                 
Fueron                                    muchas las diligencias realizadas y luego de                                    diversas conversaciones "el Comité                                    se convenció de que el Gobierno no crearía                                    quien sabe en cuánto tiempo la Universidad.                                    No eran sólo penurias financieras que                                    lo impedían, habían también                                    de por medio rivalidades y temores políticos                                    y sectarios y no faltaba tampoco la menguada                                    entrega de alguna pequeñez humana",                                    señalaba en 1929 Enrique Molina en la                                    celebración del décimo aniversario                                    de la Universidad. Agregando, que por tal motivo                                    "El Comité se cansó de esperar                                    y en un gesto de audacia y de fe resolvió,                                    sin más ni más, abrir la Universidad                                    a principios de 1919".